Las bandanas Bleu y florituras me ponen en un cooking mood total

Metódica, creativa y muy organizada. Así se describe Blanca Mayandía, una mujer que dejó a un lado su carrera como criminalista para hacerse un hueco en el mundo gastronómico. ¡Y qué hueco! Participó en el reality de Abran Fuego con el que consiguió darse a conocer por ser la ganadora y, a día de hoy, es asesora, profesora y chef del Canal Cocina.  

¿Por qué te decidiste por la cocina?

En realidad fue un cúmulo de casualidades. Yo estudié criminología y me especialicé en criminalística. Cuando me gradué, España estaba sumida en una de las peores crisis económicas de los últimos años así que decidí, en lugar de desanimarme, estudiar cocina como método para no perder mi hábito de estudio hasta que se normalizara la situación y volvieran a sacar plazas en las oposiciones que me interesaban, como las de Policía Nacional. Pero en la cocina me fue bien y poco a poco dejé a un lado mi carrera como criminalista.

¿Cómo te definirías entre fogones?

Soy metódica, creativa y muy organizada. Me gusta tenerlo todo bajo control, probar cosas nuevas: técnicas o ingredientes. También me gusta estudiar mucho para mejorar cada día. 

¿Quién es tu fuente de inspiración para explotar tu creatividad?

Mi fuente de inspiración son todas esas mujeres que han decidido dedicar su vida a la cocina. Tanto a  nivel «de casa» como mi abuela y mi bisabuela, como a nivel profesional como Carme Ruscalleda, Begoña Rodrigo, Aroa López o Joanna Artieda.

¿Qué bandana de Cookfighters te pone en un cooking mood total?

¡Los modelos Bleu y Florituras! Me encanta pintar acuarelas y me siento «muy yo» con ellos.

Dinos un ingrediente que odies con el que consigues hacer maravillas.

Creo que es complicado odiar un ingrediente. Hay algunos que me resultan menos atractivos que un pargo o una codorniz, pero con los que se pueden hacer cosas increíbles, como la alacha. Un pequeño pescado azul muy parecido a una sardina y que a veces parece que tiene más espinas que carne pero que, con el tratamiento adecuado, se convierte en algo delicioso.

¿Cuál sería tu menú perfecto?

No demasiados platos. Un máximo de 8, para que se puedan comer cantidades decentes de cada uno de ellos y se aprecien todos los matices. Sabores de toda la vida, un guiño a la tradición pero con innovación en las técnicas de elaboración y los emplatados.

¿Qué programa de cocina era tu favorito cuándo eras pequeña?

Recuerdo el día que, con 11 años, empezó a emitir Canal Cocina. Me quedaba pegada a la televisión y me enamoraba de cada plato. Mi programa favorito desde entonces es «Los fogones tradicionales».

Participaste en el reality de Abran Fuego. ¿Qué es lo que te condujo a concursar en él?

Me animaron desde mi escuela de cocina a participar en él como una forma de «entrenamiento» y para agilizar los trámites a la hora de conseguir un restaurante donde trabajar, ya que el premio por ganar era un contrato laboral. Participé y aprendí muchísimo… ¡pero jamás me imaginé que ganaría!

¿Cómo gestionaste los momentos de nervios?

Muy mal. Perdí bastante peso, tenía taquicardias por las noches y por las mañanas era casi incapaz de levantarme. Me tranquilizaba cuando veía los ingredientes de las pruebas y mi cabeza empezaba a pensar en recetas.

¿Cuál fue tu mejor experiencia? ¿Y la peor?

Dentro del reality, lo peor era vivir el momento de que juzgaran mis platos. Era inevitable. Yo sabía que eso se emitiría en televisión y me daba muchísimo miedo sentir la humillación de haberlo hecho mal, ya que no siempre hacían comentarios agradables y constructivos.

El mejor momento fue cuando pronunciaron mi nombre como ganadora, y poder compartir eso con mi compañero en la final: Álvaro González de Audicana. Una de las mejores personas y cocineros que he conocido en mi vida.

Al final, fuiste la ganadora. ¿Podrías describirnos cómo te sentiste? 

Tuve dos sentimientos cruzados. El primero, de alegría por tener la sensación de haber hecho un buen trabajo. Por otro lado, me invadió la duda y pensé que, en realidad, todo había sido un golpe de suerte. Me costó digerir el triunfo varias semanas.

¿Qué aprendiste de trabajar al lado de chefs como Urrechu y Rodrigo de la Calle?

Aprendí que un cocinero se hace con el tiempo. Que la experiencia y seguir estudiando e investigando lo son todo. Urrechu me enseñó a ser técnica y Rodrigo a ser organizada y meticulosa.

También te dieron tu propio programa de televisión. Define “Cocina con Blanca” en 5 palabras.

Hasta ahora, Canal Cocina me ha dado la oportunidad de cumplir un sueño: Enseñar a cocinar con calma y paciencia, respetando cada producto.

Cocina con Blanca es SABOR, TRADICIÓN, ORIGINALIDAD, CARIÑO Y PRODUCTO.

¿Cuál es la receta de la que te sientes más orgullosa?

La mejor receta que tengo en mi recetario es gracias a mi bisabuela y fue la primera que hice cuando llegué a Canal Cocina, en el programa «Blanca Navidad»: Calamares rellenos a la menorquina.

¿Cómo consigues conectar con tu comunidad?

Creo que manteniendo un contacto muy directo a través de redes sociales: contestando dudas, dando ideas o tranquilizando si sale algo mal. Y siendo yo misma en el programa.

Eres profesora de gastronomía. ¿Cómo das el paso a la docencia?

Después de dos años muy duros trabajando en restaurantes, decidí que tenía que dar un paso más. No porque no me gustara el trabajo (ni mucho menos), sino porque, por desgracia, todavía se encuentran algunos restaurantes en los que se hacen jornadas de 90 horas a la semana. Tuve una sensación horrible de que mi vida estaba volando y yo no me daba cuenta. 

Decidí entonces ser docente para enseñar a las futuras generaciones de cocineros y empresarios que, trabajar en un restaurante no debe ser incompatible con tener una vida, días libres o hacer una jornada de 8 horas.

En cuanto empezó mi carrera como profesora, pude seguir estudiando para especializarme y me enamoré de la enseñanza.

¿Qué es lo que te resulta más difícil a la hora de enseñar?

Lo que más me ha costado hasta ahora es que los alumnos interioricen que, para crecer como profesionales, deben ser personas humildes y dispuestas a seguir aprendiendo. Nunca hay un tope, siempre se puede mejorar. No deben existir egos, son nuestro peor enemigo como cocineros.

¿Cuál es el consejo que nunca falta en tus clases?

Siempre digo a mis alumnos que no pueden permitir que trabajar como cocineros a tiempo completo les haga aborrecer la cocina. Nos dedicamos a esto porque es una pasión, una vocación. Les hablo desde mi experiencia porque, en mi primer año trabajando en una cocina profesional, lo pasé tan mal que la cocina dejó de apasionarme. Yo supe rectificar a tiempo y quiero que ellos hagan lo mismo si les pasa.

¿Qué cambiarías en el mundo de la cocina?

Me encantaría acabar con la precariedad de algunos contratos. Que todo el mundo tuviera la oportunidad de formarse bien y de trabajar en un negocio gastronómico sin renunciar a su vida. También creo es muy necesario que los responsables de los negocios «refresquen» sus conocimientos periódicamente para estar al día siempre en temas tan importantes como la contaminación cruzada, la higiene alimentaria o el protocolo de alérgenos. Creo también que vamos por buen camino y que, poco a poco, estamos avanzando.

Y ahora… ¿cuáles son tus nuevos retos?

Continuo con mi trabajo como profesora universitaria. Además de grabar un nuevo programa y de impartir un montón de cursos para aficionados y profesionales, estoy trabajando en un proyecto gastronómico precioso que verá la luz en unos meses. Va a ser único y espectacular.  Estoy convencida de que va a ser una gran oportunidad para muchas personas que quieran formarse o crecer como cocineros, camareros o empresarios de hostelería.